Seguir a Dios significa muchas cosas, pero sobretodo implica morir a uno mismo, ya que no es hacer las cosas como tu quieres, o como piensas que deben ser, ya no es planificar una vida con fin sencillo. Seguir a Dios es saber que somos el #2, o #4 si vemos a la trinidad como 3 seres independientes. Cuando nosotros tomamos la decisión de seguir a Cristo, dejamos a un lado nuestros deseos y sueños, porque sabemos que formamos parte de un plan mas grande. Y ese es usar nuestros dones y talentos para alcanzar a los demás, llenar sus corazones y vidas, y no nuestros bolsillos. Obviamente seguir a Dios no es nada fácil, es una gran responsabilidad, y una prueba diaria, y muchas veces es difícil, muy difícil, pero necesario, porque de alguna manera es como fortalecemos nuestra Fe y confianza.
Ese es el plan de este post, cuando Ismael y Agar son “echados” de la vida de Abraham, su vida depende literalmente de las manos de Dios, su única opción era es esa. La situación en la que se encontraban era realmente devastadora, estaban solos y sin las suficientes provisiones para sobrevivir el viaje.
Muchas veces la vida del creyente es la misma, la adversidad nos pone de rodillas, todo parece imposible e interminable, clamamos a Dios con lagrimas y sufrimos con temor, pero Dios solo nos mira con ojos llenos de humildad y nos dice, -“Levántate, alza al muchacho (tu familia, o tu mismo), y sostenlo con tu mano, porque yo haré de el una gran nación (un gran propósito contigo).”
Dios abre los ojos de Agar y ve la bendición, ve la promesa, el sustento, la ayuda de un padre, una fuente de agua, la tierra prometida.
Nuestras lagrimas no nos permiten ver bien, nos dejamos llevar por el desierto, y se nos olvida que Dios es el que esta al mando, y que detenernos a sufrir solo detiene el camino hacia el propósito. No temamos mas, no desconfiemos mas, Dios es la guia, y el conoce el camino a la perfección, el sabe a donde vamos, y como llegaremos.
leonardloza 